Recuerdo la primera vez que vine a la granja Porcón. Tenía tan solo trece años y lo hice en un viaje escolar.
Iremos a un lugar donde a las vacas se les llama por su nombre – mencionó, en aquel entonces, uno de mis profesores. ¿Qué lugar será ese? – nos preguntábamos todos.
Hoy, Porcón es una cooperativa que, bajo la dirección de Alejandro Quispe Chilón, busca darle valor a las once mil hectáreas de terreno con la perseverancia y el trabajo de las personas que integran la comunidad.
Pero esta comunidad no nació de un día para otro. Años atrás, con la famosa Reforma Agraria del gobierno de Velasco Alvarado, diversos terrenos fueron entregados a los campesinos, pero el ministerio -con afán de desalojar la zona- se llevó el capital que se había logrado, dejando unos cuantos vacunos, cultivos en mal estado, y miles de hectáreas cubiertas solo de ichu.
En ese entonces, muchos querían migrar a la capital en busca de mejores oportunidades y abandonaron la región norteña, pero Alejandro y otras personas, viendo la necesidad económica de los pobladores, decidieron esparcir las primeras semillas para el desarrollo de estas tierras, creando nuevas fuentes de trabajo, basadas en la cooperación mutua.
No fue tarea sencilla. Se han necesitado décadas para trabajar los montes, llenarlos de árboles, crear sistemas agrícolas y agrónomos que estén en armonía con la madre tierra y, además, apoyar la educación de los futuros líderes; los niños. Pero, hoy, vemos el resultado de tanto esfuerzo y persistencia, fruto del trabajo en equipo de toda la comunidad.
“Hay que enseñarle a la población humana que sí es posible salir de la pobreza con trabajo y esfuerzo”. – Alejandro Quispe Chilón.
Desde el camino de trocha que nos dirige a la granja, podemos ver mensajes de empoderamiento que refuerzan las buenas prácticas de vivir en unión. Sin mencionar que cuando empiezas a interactuar con los miembros de la comunidad, notas su amabilidad, gentileza y transparencia. Se respira un aire diferente; puro y armónico.
Actualmente, la mayoría de turistas que visitan Cajamarca siguen llegando a la granja en tour, y como dirían algunos, vienen “de pasadita”. Pero hoy, la Posada Granja Porcón, nos da la oportunidad de vivir experiencias únicas, manteniendo la esencia vivencial.
¿Alguna vez te has preguntado cómo es que se hacen las chompas de lana tan lindas que usas en invierno, el delicioso queso que comes en el desayuno, o quizás las famosas rosquitas cajamarquinas?
Ordeñar vacas, aprender de panadería, tallado en madera, tejido a mano, sembrar árboles, aprender de diferentes cultivos, forestación y preservación de los boques, es parte del trabajo del día a día de Porcón, y nosotros ahora tenemos la oportunidad de vivirlo.
Y quién sabe. Quizás después de estas experiencias logremos descubrir nuevas habilidades que nos podrán seguir ayudando a crecer como personas. Pues, así como nosotros aprendemos nuevas cosas, la comunidad también aprende de nosotros.
Luego de algunos días viviendo entre las montañas, rodeada de vicuñas, recolectando hongos y respirando aire fresco, siento a Porcón un lugar que pareciera estar más adelantado que las grandes ciudades. Dando igualdad a todos sin importar el género, cuidando del medio ambiente, los animales, creando formas de trabajo sostenibles, y, además, con ganas de compartir el tiempo con otras personas de nuestro país.
¿Será posible que una granja que basa su desarrollo en la cooperación pueda ser ejemplo para otras comunidades en el Perú?
Han sido experiencias que me han hecho apreciar más el valor de las cosas y de todo el esfuerzo que implica producirlas. Qué importante es ser consciente de nuestras acciones para lograr vivir en armonía con los demás y dejar de pensar que el crecimiento y la sostenibilidad solo se encuentran en las ciudades. El hombre es adaptable, y puede desarrollarse en cualquier lugar mediante trabajo y constancia.
Diciembre 2019