El mundo,  Inspiración

Un carro, dos chicas, un policía y una multa

Por dónde empezar….
Esta HISTORIA involucra, 1 carro, 2 chicas, 1 policía, 1 multa (casi dos y deportación), mate uruguayo y un paddle…

Era viernes por la mañana del 15/02/19, y con Julia, mi amiga uruguaya que vive en el mismo pueblo que yo en Suiza (Grimentz), decidimos tomar el carro de mi novio y enrrumbarnos a la aventura.
Ella con 19 años y yo con 24.
Teníamos varias opciones en mente, pero decidimos ir a Interlaken (parte alemana de Suiza), porque Juli se moría de ganas de conocer la ciudad y subir al mirador – al cual nunca llegamos – y yo porque quería hacer paddle (deporte perfecto para meterse al agua en el frío invierno de Suiza, o no?).

Primero teníamos que bajar de nuestro valle, al cual yo siempre le llamo «mi montaña», porque vivo alejada de la ciudad.
Teníamos 2 opciones, o íbamos por la ruta más larga o por la más corta, en la que teníamos que pagar 30Fr. adicionales para subirnos a un «tren de carros» – así lo llamo -. Optamos por la más corta para disfrutar de la nueva experiencia en el «tren de carros».
Hasta ese momento, todo estaba bien. Acompañadas de las risas de los demás autos que miraban nuestro carrito rojo con 2 chicas latinas cantando y manejando como abuelas sin saber como funcionaba en «tren».

Apenas salimos del tren, yo me puse muy nerviosa porque vi que nos estábamos quedando sin gasolina. Worst Case Scenario – le dije a Juli – paramos el carro y pedimos gasolina, solo nos faltaba el embudo y una manguera…
Por suerte, encontramos una gasolinera, pero estábamos tan torpes que tuvimos que pedirle ayuda al dueño porque no entendíamos cómo funcionaba la manguera. Sobrevivimos…

Llegando a INTERLAKEN, parecíamos como «huevos en ceviche», no sabíamos para dónde ir, y con el temor de estacionar en cualquier lado y que nos pongan multa, preferimos dar vueltas a las «rotondas» para no tener que parar. Esto solo mientras que veíamos hacía dónde ir.
Aquí, nuestro hermoso Google Maps nos marcaba un ruta que iba hacía el mirador. Todo estaba bien, hasta que según el App, nos desviamos del camino y tuvimos que hacer la vuelta nuevamente.

Ahí viene el problema… Entramos por una pista que nos iba a botar nuevamente a la autopista para volver a entrar a la «diske» pista del mirador, y vemos una camioneta de POLICÍA parando carros…

ESTAMOS CAGADAS – nos dijimos-.

Efectivamente nos pararon, y para nuestra mala suerte, el policía nos habló en alemán/suizo. Nosotras contestábamos en ingles/español/francés. No sabemos cómo nos entendimos.
Le presentamos los papeles del carro, nuestras licencias de conducir y todo bien… Sin embargo, no teníamos un STICKER del 2019 para circular por la autopista.
Al parecer todos los años en Suiza tienes que comprar uno y tienes hasta el 31 de Enero para comprarlo. Pero, ese día era 15 de febrero, y claramente no lo teníamos.

Nos hizo un millón de preguntas. No sé si por qué vio que eramos latinas (Perú y Uruguay) o porque así son los policías suizos. ¿Dónde viven? ¿Hasta cuándo se quedan? ¿Dónde esta tu licencia internacional? ¿De quién es el carro? Un poco más y nos pide nuestro ticket de salida de Europa.

Nos mencionó que estábamos en falta porque no teníamos el sticker y que nos correspondía una MULTA.
Yo, con mi tremenda cara de palo, le dije que íbamos a comprar el bendito sticker en el acto, que todo ok, que no se preocupe y que manejaríamos con cuidado. Claro, pensando que nos iba a dejar ir… como normalmente pasa en Perú.

El policía se mató de la risa y nos pidió todos los datos para ponernos la multa…

Ok, estamos pobres nuevamente – nos reíamos de los nervios con Juli.

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Estábamos tan nerviosas que no sabíamos si nos había dicho que la multa era de 200Fr. o 2,000Fr. Ni nos acordamos en qué idioma nos lo dijo, porque hasta ahora no entendemos cómo nos comunicamos con él.

En ese momento, Juli me dijo que ya no quería manejar y que cambiáramos un rato. Así que nos despedimos EDUCADAMENTE del policía, porque por más que nos haya puesto la multa, fue muy amable.
(creo yo, que si no hubiera estado sin su jefe, puede que nos haya perdonado la multa. O eso quisiera creer…)

Mientras que nos cambiábamos de sitio, el policía se acercó porque vio algo raro (el bendito mate de Juli). Las dos nos miramos y no sabíamos cómo explicarle que NO ERAN DROGAS…
Mil y un cosas se me pasaron por la cabeza, y nos volvió a hacer más preguntas. ¿Qué es eso? ¿Son drogas? ¿Portan drogas ¿Están consumiendo? ¿Qué llevan atrás?

A Juli no se le ocurrió mejor idea que poner su mate en una bolsa Ziplock y tenerla a la vista de todos.
Y lo que llevábamos atrás era el estuche grande del paddle con el inflador…

Por suerte, nos dejo ir sin revisarnos nada. Pero otra vez…

Creo que nos van a deportar – eso decían nuestras miradas -.

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Me tocó manejar. Estaba super nerviosa y con las manos sudando. El carro estaba en subida y me habré demorado 3 veces en arrancarlo y poder salir a la autopista. Esto, mientras que el policía se reía y no sé qué habrá pasado por su cabeza.
«Pobres chicas latinas, que la rosa de Guadalupe las acompañe». Era lo único que me podía imaginar.

Nunca llegamos al mirador de Interlaken, nos perdimos mil veces, dimos mil vueltas a todas las rotondas que encontrábamos, nos metimos a una casa desconocida de casualidad, pero terminamos haciendo paddle, riéndonos, TOMANDO MATE y pasándola bien.

Gran experiencia! Queda para el libro de aventuras!

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