Arequipa –La Ciudad Blanca- es muy conocida por sus volcanes, valles, monasterios y picanterías. Pero son muy pocos los que saben que existe una gran extensión en la costa llena de caletas y hermosas playas a las que solo se puede acceder navegando.
Caleta San José es una de las miles de playas que hay para poder despojarnos de los aparatos electrónicos y sumergirnos en unos días llenos de paz y tranquilidad.
Si bien hay dos formas de llegar a la caleta, nosotros tomamos la vía más rápida; el avión. Salimos un jueves en el vuelo Lima-Arequipa de las 12pm, para poder pasar un día en la ciudad rodeada de volcanes, comer comida típica y aprovechar un poco el aire frío de la altura que no se encuentra en Lima. A la mañana siguiente partimos en una movilidad contratada previamente hasta el puerto de Quilca donde nos esperaba un bote que nos llevaría navegando 2 horas hasta la caleta.
Si no se quisiera ir en avión, la carretera hacia el sur de nuestro país está en tan buen estado que un bus Lima-Camaná podría llevarte sin problemas en 12 horas. Luego, se toma un taxi o colectivo que no debería demorar más de 45 minutos en llegar al puerto de Quilca para poder embarcar en el bote con dirección a la caleta. No hay que olvidar que en cualquiera de las dos opciones siempre hay que planear bien las horas de salida y llegada para poder estar a tiempo en el embarque.
Una vez que se zarpa del puerto de Quilca, vamos caleteando por la costa apreciando la desembocadura de uno de los ríos de Arequipa, subiendo y bajando olas y observando la costa. Al llegar a la caleta, Gonzalo y Mauricio; dueños del lugar, nos dieron la bienvenida con un riquísimo pisco sour y la presentación de Caleta San José.
¿Sabían que Caleta San José fue ganador 3 veces -la máxima cantidad de veces que se puede participar en el concurso- al premio Eco Playas? Este premio es entregado a las playas que destacan desde un punto de vista ambiental. Debido a su sostenibilidad, servicio y funcionalidad, Caleta San José ahora nos brinda una acogedora estadía personalizada para poder disfrutar junto a la naturaleza.
En este lugar el agua se valora bastante, ya que viene del subsuelo y es distribuida hacia los 9 búngalos del albergue. Las cabañas tienen vista al mar y ofrecen los servicios básicos; agua, desagüe y energía. Esta última, es otro bien apreciado en este lugar, ya que por el día se utiliza la energía solar y por las noches hay un generador que funciona por un par de horas. De esta forma, la única iluminación que queda en la noche es la de la fogata en la playa, las estrellas, y si se tiene buena suerte, la de la luna.
Dentro de la estadía se pueden realizar varias actividades que incluyen; kayac por la misma caleta o a playas vecinas, trekkings, snorkel, pesca, excursiones en sodiac, visita a la isla lobera de Hornillos, entre otras.
Si bien la mejor época del año para ir es en verano, debido a que hace más calor y meterse al mar es más refrescante, ir en invierno te hará gozar la naturaleza de una forma distinta. Además, no considero que dependemos del clima para salir de la ciudad e ir descubriendo estos lugares tan maravillosos que tenemos.
Como peruanos, busquemos desconectarnos un poco de la vida tan ajetreada de la ciudad y conectémonos más con nuestra propia naturaleza. Nosotros vivimos en Lima, y pienso que tenemos suerte de estar tan cerca de este regalo ecológico que se encuentra a unas pocas horas de viaje. Muchos son los turistas que han llegado desde otros países solo para visitar estas playas, llevándose una gran experiencia conviviendo con el ambiente, pero nosotros somos los primeros que deberíamos aprovechar la oportunidad de conocer esta perla escondida.
-ERP